viernes, 18 de abril de 2008

Presos

Robar un millón de pesos no es cosa de todos los días y menos de un Viernes (no tan) Santo. Lo importante no es saber cuánto robó, por qué lo hizo o cuál fue su motivo. Lo importante es que ella está presa.
Como comisario, la ley está por encima de todo, aunque en esta ocasión su presencia me intimidaba mucho más que la Constitución.
Su cabello enrulado y ese toque sensual en sus labios denotan que su boca pocas veces besó a alguien que no quiere. Mientras declara, a solas conmigo, tiene la mirada tierna de una niña.
Me habló en voz baja, casi susurrando. La besé con el placer de un macho alzado. Le di el mejor beso de mi vida.
Luego de quitarle las esposas no me importó que se escapara, al fin y al cabo por algo soy el comisario.
A mí me suspendieron de por vida. A ella jamás la encontraron, al dinero… menos.
Nunca había visto una ladrona tan ágil y astuta. El millón de pesos lo usamos para huir del país.

No hay comentarios: