Esa mañana llegaba tarde, iba a primer año del Colegio Nacional de Monserrat, en agosto de 1987, cuando el por entonces presidente "de los argentinos" - como le decían a Alfonsín- vino a celebrar los 300 años del histórico colegio ubicado en Obispo Trejo y Duarte y Quirós.
Muchísima seguridad rodeaba la Manzana de las Luces. Cuatro años de Gobierno y Alfonsín, con paros a cuestas, venía soportando los embates del sindicalismo peronista y una inflación galopante que no la frenaba ni el Plan Austral, ni el Primavera, ni ningún otro "remedio" anti-crisis.
Alfonsín visitaba el colegio, mi colegio. Yo tenía 11 años y como todo chico a esa edad pensaba más en jugar que en ir a ver a un presidente, pero fui. Estaba ahí como otros centenares de alumnos que tenían la posibilidad de escuchar por primera vez a un líder político en democracia.
Como tantos que habían estudiando en el Monse, aún sobrevolaban los fantasamas de otros personajes de la historia monserratense.
José Figueroa Alcorta, (presidente entre 1906 y 1910), ex alumno del cole, seguro que estaba presente, tal vez detrás de la estatua de Duarte y Quirós que está en el patio o sentado en la descolorida fuente. Nicolás Avellaneda, Juan José Castelli,
Pedro Ignacio Castro Barros, Santiago Derqui, Manuel Lucero,"El Deán" Gregorio Funes, Juan José Paso, Dalmacio Vélez Sársfield, Ramón J. Cárcano, Deodoro Roca y hasta el mismísimo Leopoldo Lugones seguramente oían atentos el discurso.
Cuando habló Alfonsín hubo un silencio total. Hasta las enredaderas lo escuchaban. Era un regalo para el colegio de varones que cumplía sus 300 años.
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